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jueves, 31 de octubre de 2013

Mike, el pollo sin cabeza que vivió 18 meses


Una vez decapitado el pollo, el granjero se ocupó de algún asunto y, al volver, descubrió que Mike se dirigía al gallinero por su propia pata, gorjeando patéticamente por su esófago abierto. Decidió dar una oportunidad a semejante prodigio y, al día siguiente, el gallo seguía vivo. A partir de entonces el tal Lloyd alimentó a Mike con una pipeta por el orificio de su cuello y lo exhibió por ferias durante dieciocho meses. El pollo paseaba y el granjero mostraba su cabeza cercenada en un frasco de formol. Se sacó un buen fajo hasta que el “pollo sin cabeza” murió atragantado por un grano de maíz.

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